miércoles, 20 de noviembre de 2013

Turbulencias Puf! Y de repente llega un burofax de la empresa que me recuerda miércoles 27 reincorporación. Mismo puesto horario similar. Se encienden las luces del cuadro de mando... Se avecinan turbulencias, ¡bien! Caminaba en la oscuridad y se prende una luz, se abren caminos... ¿cuál será? El pedregoso que incorpora abogados, pleitos, energía negativa... o el apático breve-etapa-laboral y la inactividad que vuelve. El pack incluye un sendero gris que sortea dos matorrales de alegría activa durante otra temporadita más con la pátina de trabajo insatisfactorio cubriendo su horizonte. Pero hay cambios y ahora llegan en muy buen momento; necesito que la realidad me zarandée, agitando mi atonía, a ver si puedo volver a pensar con una cierta claridad. Necesito volver a tomar los mandos de mi vida y enderezar una nave a la deriva. Empieza a soplar el viento. Quiero volver a mirar hacia delante con la cara alta, sin miedo, encarando lo que venga en paz conmigo mismo. Todavía quiero ser una persona com cal. Necesito objetivos, motivación. Sigo pensando que mi MMP laboral todavía no ha llegado. Sé que debo ponerme a escribir y trato de mantener una buena relación con los escritos –siempre breves y deslavazados- pero lo hago siempre de manera irregular. No consigo introducir en mi rutina la regularidad y constancia que, sin embargo, sí aplico a mis entrenos físicos. Esa puntualidad y regularidad del Alfons runner no soy capaz de repetirla en el Alfons escritor. ¿Alfons escritor? ¿Llegaré algún día? Debo convertir este anhelo en mi motivación, esa zanahoria que se balancea ante mi nariz capaz de tirar del carro hacia delante. Quisiera poder aplicar esa fuerza que me empujó durante la Behobia a mi vida personal. Poder demostrar quién soy y qué puedo hacer, con la motivación adecuada. Pensé en poner “en el puesto adecuado”, supongo que por la creencia errónea que “alguien” debe saber colocarte en tu sitio. Bulo con mentalidad de subalterno que suelo arrastrar en mi personalidad. Debo ser yo quien me gané el lugar que me corresponde pero nunca he sabido cómo hacerlo. Y mientras tanto intento seguir caminando a pesar de la plomiza situación de paro. Es como una hibernación forzosa. Y el animal está perezoso y vago. Las mini-rutinas llenan burbujas de tiempo esparcidas en el océano de inactividad. Siempre busqué la calma como aliados en busca la paz interior. Pero a la escena de este mar-de-los-sargazos se acerca tormenta. Las nubes son ahora grandes y oscuras; amenazan con hacer añicos la atonía actual. El dios de la lluvia se me echa encima. Pero no hay malos presagios. El chamán se tomó su peyote y su trance parece tranquilo y reposado. Sus ojos transmiten alegría y buenas vibraciones. Que dure.



Turbulencias Puf! Y de repente llega un burofax de la empresa que me recuerda miércoles 27 reincorporación. Mismo puesto horario similar. Se encienden las luces del cuadro de mando... Se avecinan turbulencias, ¡bien! Caminaba en la oscuridad y se prende una luz, se abren caminos... ¿cuál será? El pedregoso que incorpora abogados, pleitos, energía negativa... o el apático breve-etapa-laboral y la inactividad que vuelve. El pack incluye un sendero gris que sortea dos matorrales de alegría activa durante otra temporadita más con la pátina de trabajo insatisfactorio cubriendo su horizonte. Pero hay cambios y ahora llegan en muy buen momento; necesito que la realidad me zarandée, agitando mi atonía, a ver si puedo volver a pensar con una cierta claridad. Necesito volver a tomar los mandos de mi vida y enderezar una nave a la deriva. Empieza a soplar el viento. Quiero volver a mirar hacia delante con la cara alta, sin miedo, encarando lo que venga en paz conmigo mismo. Todavía quiero ser una persona com cal. Necesito objetivos, motivación. Sigo pensando que mi MMP laboral todavía no ha llegado. Sé que debo ponerme a escribir y trato de mantener una buena relación con los escritos –siempre breves y deslavazados- pero lo hago siempre de manera irregular. No consigo introducir en mi rutina la regularidad y constancia que, sin embargo, sí aplico a mis entrenos físicos. Esa puntualidad y regularidad del Alfons runner no soy capaz de repetirla en el Alfons escritor. ¿Alfons escritor? ¿Llegaré algún día? Debo convertir este anhelo en mi motivación, esa zanahoria que se balancea ante mi nariz capaz de tirar del carro hacia delante. Quisiera poder aplicar esa fuerza que me empujó durante la Behobia a mi vida personal. Poder demostrar quién soy y qué puedo hacer, con la motivación adecuada. Pensé en poner “en el puesto adecuado”, supongo que por la creencia errónea que “alguien” debe saber colocarte en tu sitio. Bulo con mentalidad de subalterno que suelo arrastrar en mi personalidad. Debo ser yo quien me gané el lugar que me corresponde pero nunca he sabido cómo hacerlo. Y mientras tanto intento seguir caminando a pesar de la plomiza situación de paro. Es como una hibernación forzosa. Y el animal está perezoso y vago. Las mini-rutinas llenan burbujas de tiempo esparcidas en el océano de inactividad. Siempre busqué la calma como aliados en busca la paz interior. Pero a la escena de este mar-de-los-sargazos se acerca tormenta. Las nubes son ahora grandes y oscuras; amenazan con hacer añicos la atonía actual. El dios de la lluvia se me echa encima. Pero no hay malos presagios. El chamán se tomó su peyote y su trance parece tranquilo y reposado. Sus ojos transmiten alegría y buenas vibraciones. Que dure.